La pandemia de COVID-19 y las limitaciones resultantes en los viajes y otros sectores económicos en países de todo el mundo redujeron drásticamente la contaminación del aire y las emisiones de gases de efecto invernadero en solo unas pocas semanas.
Ese cambio repentino les dio a los científicos una perspectiva sin precedentes de los resultados que a las regulaciones les llevaría años lograr.
Un nuevo estudio completo de los efectos de la pandemia en la atmósfera, utilizando datos satelitales de la NASA y otras agencias espaciales internacionales, revela algunos hallazgos inesperados.
El estudio también ofrece información para abordar la amenaza doble del calentamiento climático y la contaminación del aire.
“Hemos pasado el punto en el que podemos pensar en estos como dos problemas separados”, dijo Joshua Laughner, autor principal del nuevo estudio e investigador de postdoctorado en Caltech en Pasadena, California.
“Para comprender qué está impulsando los cambios en la atmósfera, debemos considerar cómo la calidad del aire y el clima se influyen mutuamente”.
Publicado el 9 de noviembre en las Actas de la Academia Natural de Ciencias, el documento surgió de un taller patrocinado por el Instituto de Estudios Espaciales W.M. Keck de Caltech, dirigido por científicos de esa institución y del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL, por sus siglas en inglés) en el sur de California, que es administrado por Caltech.
Los participantes de unas 20 universidades estadounidenses e internacionales, agencias federales y estatales y laboratorios señalaron cuatro componentes atmosféricos para un estudio científico en profundidad: los dos gases de efecto invernadero más importantes, el dióxido de carbono y el metano; y dos contaminantes del aire, óxidos de nitrógeno y partículas microscópicas de nitrato.
Dióxido de carbono
El resultado más sorprendente, observaron los autores, es que mientras que las emisiones de dióxido de carbono (CO2) cayeron un 5,4% en 2020, la cantidad de CO2 en la atmósfera siguió creciendo aproximadamente al mismo ritmo que en años anteriores.
“Durante las perturbaciones socioeconómicas anteriores, como la escasez de petróleo de 1973, se podía ver inmediatamente un cambio en la tasa de crecimiento del CO2”, dijo David Schimel, director del grupo de carbono de JPL y coautor del estudio. “Todos esperábamos verlo también esta vez”.
Con información de www.ciencianasa.gov